Siempre digas nunca, nunca digas siempre

Siempre y nunca son dos palabras que usamos muchas veces, quizá demasiadas. Es nuestra tendencia casi podríamos decir, programada, para generalizarlo prácticamente todo, pero el paso de los años nos enseñará que no podemos generalizar todo lo que nos ocurre.

Lo primero que debemos evitar es tender a hacer estas generalizaciones cuando estamos «en caliente», tanto si estamos eufóricos por un éxito que acabamos de conseguir como si estamos de bajón por un error o problema que tenemos entre manos. «Siempre nos ocurre algún inconveniente o problema, nunca hago las cosas bien, siempre me olvido algo, nunca conseguiré el trabajo que querría…» Todas estas generalizaciones, hacen que nos encerremos en nosotros mismos, que no veamos salida y que no queramos salir de esa zona de confort que nos rodea, donde nos sentimos tan cómodos.

Empecemos por analizar la primera, «Siempre nos ocurre algún inconveniente», seguramente no es así, siéntate a pensar, seguro que te has encontrado situaciones donde las cosas han salido bien, donde no has encontrado inconvenientes, pero, si no ha sido así, si te has encontrado alguna piedra en tu zapato o has tropezado por el camino, seguro ese tropiezo hizo que empezaras a mirar mejor el camino, a elegir que dirección querías tomar y a esquivar después problemas o situaciones similares a las que inicialmente te hicieron caer. ¿Acaso no has seguido adelante? Mira hacia atrás y recuerda todas las veces que tropezaste y te volviste a levantar, incluso recuerda que en esas ocasiones probablemente no estuvieras solo/a, seguro que alguien te dio la mano para volver a levantarte, para recordar por qué estabas recorriendo ese camino.

La segunda, «Nunca hago las cosas bien», ¿alguien te ha pedido que seas perfecto? No!! Lo perfecto es aburrido, y siempre cabe la posibilidad de mejorar, la cuestión es ser capaz de aceptar el feedback que nos dan y utilizarlo de manera constructiva para mejorar en nuestro trabajo y en nuestra vida. Si desde el principio hiciéramos las cosas perfectas, no tendría mucho sentido seguir haciendolas ni seguir aprendiendo porque lo sabríamos todo, que aburrimiento ¿no? En este caso nos comparamos a veces con los demás, nos da la sensación de que todo lo hacen bien, consiguen tener tiempo libre, llegan puntuales, hacen todas las tareas correctamente y sin errores, tienen trabajos estupendos… ¿estás seguro? Haz la prueba y habla con esas personas, ten una conversación de verdad con ellos/as, veras que no todo es de color de rosa.

«Siempre me olvido algo», como hemos dicho antes, no somos perfectos, tenemos todo el derecho del mundo a equivocarnos y poder rectificar (por eso los lápices tienen goma de borrar jaja), si crees que eres olvidadizo, prepara listas con las cosas que sueles olvidar, y si se trata de otra cosa, párate a pensar cómo puedes mejorar, seguro que encuentras la manera.

«Nunca conseguiré el trabajo que querría» (y más con la que está cayendo…) ¿lo has intentado? ¿has buscado otras posibilidades? Es necesario dejar de equiparar lo improbable con lo imposible, porque lo primero no sabemos si ocurrirá, porque no lo hemos intentado siquiera, y lo segundo, seguro que lo que ocurre es que no sabemos por donde empezar. En estos casos una buena conversación y un poco de planificación paso a paso pueden ayudarnos a ver el camino hacia lo que queremos conseguir.

No olvides que aquello que más queremos, aquello que hace que se nos pongan los pelos de punta, es lo que más trabajo nos cuesta y lo más difícil es dar el primer paso, los demás vienen solos.

Al acabar el año

He oído por ahí que la palabra de este año que está terminando es «Selfi», que eso ha sido lo que ha estado de moda este año, tal vez así ha sido, yo también me he hecho unos cuantos, es lo que tiene viajar sola y querer tener recuerdos, y si le sumas algo de timidez para pedir una foto en otro idioma, ahí tienes el resultado, aunque reconozco que sola o con compañía estos selfies eran las mejores fotos.

Para mi estas fotos me recuerdan lo que para mi ha sido lo más importante este año, las personas, cada una diferente, impredecible, incomprensible, rara, chocante a veces, pero todas y cada una de ellas extraordinaria, cariñosa, leal, divertida, bromista, alocadas, con todas las cosas claras o con ninguna, sin saber lo que va ha hacer cada uno con su vida o con las cosas claras. Todas y cada una de ellas me han enseñado algo este año, un año que ha estado marcado por un número, el 13.

Y no porque haya sido un año de mala suerte, todo lo contrario, ese número me ha dado grandes regalos y grandes personas que jamás olvidaré, momentos buenos y malos que se han quedado grabados en mi retina, de todos aprendí algo, hasta de los más dolorosos, de ninguno de ellos me arrepiento, porque todos ellos los elegí yo, consciente de las posibles consecuencias si salían bien y si salían mal. A veces salió mal, y hay no una, sino muchas de estas personas, a las que necesito pedir perdón, perdón y gracias por entender lo más importante de las personas y es que, somos imperfectos, cometemos errores todos los días, y cuando esos errores los cometemos con personas que queremos mucho, son los que más duelen, no porque no nos perdonen, sino porque nos cuesta mucho perdonarnos a nosotros mismos.

Cuando comencé el año solo tenía medio año planeado y con lo que me gusta a mi un plan, eso me daba dolores de cabeza, por azar o porque ya era hora, los planes cambiaron, y empecé a considerar otras opciones, esas opciones me llevan a coger un avión dentro de unos 15 días rumbo a Reino Unido, con trabajo, como muchos dicen, con un buen trabajo aunque no sea de «lo mío». Esto no hace las cosas más fáciles, la experiencia me dice que no va a ser fácil, y los últimos tropiezos me hacen dudar, pero es lo que he elegido y si no lo intento con todas mis fuerzas, si no trabajo para lograrlo, si no me quito esa nube de encima jamás daré este paso que tantas ganas y tanto miedo me da.

Para el año nuevo tengo muchos objetivos que aún tengo flotando por ahí y tengo que definir y construir el camino que me llevará a alcanzarlos; tengo un deseo que muchos conocen, consideran cumplido, pero que hasta dentro de un tiempo extrañamente definido no se si lo conseguiré.

Pero sobre todo lo que tengo son muchas manos, muchas sonrisas, muchas personas que sin saber como ni cuando aparecieron en mi vida, tenían que estar, todas dicen que me merezco todo lo bueno, que me merezco que estén ahí para mí, por como soy, porque no busco nada, simplemente su amistad, si ellos quieren. Yo la verdad es que no lo sé, pero hoy, tras el sorteo de Navidad, tal vez no me tocó ni un euro, pero es que no me puede volver a tocar la lotería, porque me tocó hace mucho, y son esas personas, que por más que la lie siguen estando ahi, por más daño que les haga me miran y me dicen que todos cometemos errores, que seguirán estando siempre ahí.

A este 2014 solo puedo darle las gracias, en especial por dos personas, dos personas increíbles que no se muy bien en que momento aparecieron en mi vida, pero que desde entonces me han demostrado ellos a mi (y no yo a ellos como dicen) lo que verdaderamente es la amistad, creía que lo sabía, pero estaba equivocada. Casi una década con mi campeón y media década con otro «petardo» con el que me he aficionado a romper imposibles, a ellos es este agradecimiento, pues lo que hacen por mí día a día no tiene precio, dicen que soy la valiente, pero ellos lo son mucho más y me han demostrado con creces que cuando su amiga los necesita están ahí sea como sea y pase lo que pase. Es un tópico, pero no puedo hacer otra cosa más que daros las gracias, pediros perdón por todos esos errores, por esas veces en las que por una cosa u otra os he hecho daño y quería que supierais que siempre estaré ahí, pase lo que pase.

A partir de ahora…

Hoy aprendí que hay frases muy bonitas, consejos muy útiles, pero al final, aprendes a base de chocazos, de perder a gente que te importa y que no supiste cuidar, de equivocarte y tener que volver a empezar.

Una de las cosas de las que más he aprendido pero que al mismo tiempo más me ha dolido han sido las relaciones, especialmente de amistad, pero son una de las que más he valorado. Dicen gente conocida frases como, llama a tus conocidos al menos una vez a la semana, ve cambiando, al menos piensa en que ese tiempo has disfrutado, no insistas…

Y yo me pregunto, ¿por qué tengo que hacerles caso? Son consejos muy buenos, lo sé, pero, esa gente no conoce mi vida, y si yo quiero hacer esa “locura”, ¿y si para mi esa actitud tiene todo el sentido? ¿y si quiero apostar un poquito más por esa relación, y si quiero darlo todo en ese trabajo? o al contrario ¿y si quiero desistir aunque el mundo entero me diga que continue?

Escucha consejos, lee libros que te lleven a aprendizajes, de liderazgo, de coaching, de marketing o de lo que sea, escucha los videos de motivación si eso te ayuda, pero, a la hora de la verdad, quien decide eres tu, y tu eres el que tienes que aprender de tus errores, y para eso ninguna frase, libro o video, solo tu.

Si quieres dejar ese curso porque sientes que es lo que quieres hacer, hazlo; si quieres volver a dar una oportunidad a esa relación, hazlo; si quieres llamar a ese amigo con el que te distanciaste, hazlo; si quieres darlo todo en tu empresa aunque todos te digan lo contrario, hazlo!!! Al fin y al cabo eres tu el que vive tu vida y no los demás por muy catedráticos que sean o masters y carreras que tengan, ellos no tendrán que vivir con las consecuencias de esas decisiones que tomes, pero tu si, así que haz que merezca la pena.

Precisamente hoy, o mejor dicho, precisamente a partir de hoy voy a aplicar esta “sencilla” regla, porque, me he dado cuenta de que si mi corazón me dice hazlo, inténtalo, no importa que te equivoques porque merecerá la pena, en esos casos tengo que hacerle caso, porque prefiero infinitamente arrepentirme de lo que hice, que de lo que nunca hice.

Cuando confían en ti…

Lo escribo, no lo escribo, lo pongo aquí, lo pongo en una entrada en Facebook, al final me he decidido por el blog, lo difícil ha sido sacar tiempo, y es que esta semana ha sido diferente, empezó de manera distinta, con una pregunta que me hizo sonreír, más tarde comentaré por qué.

¿Alguna vez alguien ha confiado en ti más que tu mismo?

Todos, sobre todo al comenzar a descubrir nuestro camino hemos dudado de nosotros mismos, dudábamos de si verdaderamente teníamos «lo que había que tener» para algún campo en concreto o para conseguir ese sueño que tan difuso es a veces al principio. Desde la adolescencia empezamos a hacer las primeras elecciones, a veces por descarte otras por preferencias, a veces preferimos como en mi caso quitarnos plástica y música porque desde hace tiempo se nos venía dando mal y probar las ciencias, a veces probamos eso y también acaba yéndonos mal, ¿qué hacer entonces? Volver a cambiar, pero llega un momento en que dudas a cada paso que das, a cada decisión que tomas, porque cuando miramos atrás vemos una cadena de errores, miramos al presente y nos vemos llenos de interrogantes y ya no sabemos hacia donde ir para dejar de darnos chocazos.

En ese momento, llega una persona, puede ser un amigo, puede ser tu compañero de equipo, tu jefe o responsable, o tu familia; esa persona se sienta a tu lado y te levanta la cara diciéndote: «Confío en ti, se que vas a llegar muy lejos, solo tienes que creer en tí».

A mi se me quedó una cara un poco extrañada y pensaba que esa persona se equivocaba, ese trabajo que estaba haciendo y que durante un tiempo creí que era mi vocación que tanto me había costado encontrar, al final no era lo mío, tenía que seguir buscando y ya estaba cansada de equivocarme una y otra vez. No eran pocas las personas a las que sentía que había defraudado al confiar en mí y no quería defraudar a una más.

Esa frase la escuchas esa vez, pero a los pocos días, la escuchas de tu responsable, de tus compañeros, poco a poco vas cogiendo confianza y, aunque piensas que has tocado fondo, vuelves a resurgir con más fuerza que nunca, y con unas ganas que tu misma te sorprendes, ¿qué ha pasado aquí? Muy sencillo, has tocado fondo, no piensas que seas capaz de nada y viene una persona, alguien que normalmente hace cosas que tu no crees que seas capaz de hacer, lidera proyectos que tu querrías liderar, y confía en si mismo como te gustaría poder hacerlo en ti mismo

¿Y ahora qué? Tienes las ganas, los referentes y las personas que confían en tí, pues ahora a por todas, empieza a confiar en ti, no te hundas en cada error, aprende a equivocarte porque cada error en la búsqueda de lo que realmente quieres, de aquello con lo que realmente disfrutas, te acercará un paso más a tu objetivo, a tu meta.

Como dije antes, la pregunta de si alguien alguna vez confió en mi más que yo misma me hizo sonreír, y a mi cabeza vino una etapa, AIESEC, y varias personas, en concreto cinco, Jose, Fina, Antonio, Dani y Ricardo, ellos confiaron en mí desde el principio, daba igual cuantas veces me hubiera equivocada.

José, aquel viaje de vuelta de mi primer NPM, aquel congreso en el que apenas me enteraba de lo que allí se estaba haciendo pero que me unió y me ayudó a descubrir al que más tarde fue mi mentor, me dijiste una frase que entonces no entendí, dijiste «Cris, todo está en ti, déjate llevar y todo irá solo», en aquel momento no sabía como, ahora, si lo se.

Fina, ¿la noche en la que me presentaste a Peter? ¿la mañana en la que creamos el bingo-telaraña? dijiste una frase que a día de hoy no he olvidado: «Cris, tienes tanto potencial, solo tienes que verlo y creértelo», esa frase  me hizo ver todo lo que creías y confiabas en mí, empezaste a mostrarme todo lo que podía ser capaz de hacer si empezaba a creer que realmente podía.

Antonio, cuando peor estaba me acogiste en tu equipo, lo demás daba igual, sabias perfectamente que necesitaba que confiaras en mi y me dieran fuerzas para de una vez por todas empezar a volar por mi misma, no olvidare tu sonrisa que tanta confianza me dio y que desde entonces me ha acompañado.

Dani, me ayudaste a escoger un camino cuando casi nadie confiaba en mi, cuando había caído estrepitosamente, el tiempo que hemos trabajado juntos pudimos trabajar de igual a igual, contigo di los primeros pasos empezando a confiar en mi con esos proyectos que tantos dolores de cabeza nos dieron, pero al mismo tiempo tantas experiencias inolvidables.

Ricardo, sin ti no hubiera podido alcanzar muchas cosas, porque me sacaste risas cuando no sabía si sería capaz de continuar, cuando dudaba ante lo más insignificante y de mi cabeza se habían escapado las ideas y las segundas y terceras opciones, sabía y sigo sabiendo que estas ahí, aún cuando no te veo.

He querido permitirme este paréntesis personal y hacerlo aquí, en el blog, porque, como he dicho muchas veces, soy así, soy a veces fuerte, cuando tengo que serlo, y a veces he sido y seré vulnerable, porque no considero un signo de debilidad sino de fortaleza mostrarnos tal y como somos. Quienes me conocéis sabéis que soy así, que me gustan los grandes retos y no tengo miedo a luchar por las cosas en las que creo, en cada aspecto de mi vida doy lo mejor de mi sin importarme lo que recibiré a cambio, ya sea en las relaciones con mis amigos o en el trabajo, o como voluntaria, porque a mi, tras todos estos años y todos estos momentos he aprendido que mi pasión son las personas,eso no tiene precio; es más cuando luchas por las personas, especialmente, por las personas que quieres, puedes estar seguro que aunque no tengas fuerzas, saldrán de donde ni siquiera imaginabas.

Por eso os animo a mostraros tal y como sois, y si encontráis personas como las que he comentado en este post, no las dejéis escapar porque, de verdad, no tienen precio.

 

Vocación

¿Que es eso de la vocación? ¿Cómo puedo encontrar la mía? ¿Es posible en estos días dedicarte a tu verdadera vocación?

La vocación puede tener muchas definiciones, pero para mí, se traduce en disfrutar dedicándote a lo que te gusta, en que se te pasen las horas volando, levantarte cada mañana y aunque algo adormilado y con ganas de dormir un poco más encaminarse al tren entre bostezo y bostezo, llegar y con una sonrisa dar los buenos días mientras te diriges al ascensor, un ultimo vistazo y a disfrutar del día.

Eso es vocación, ahora bien, no es fácil, ni sencillo encontrar la de cada uno, es más, cada uno tiene su propio camino para descubrirla, a veces te pierdes, no sabes muy bien si el camino que llevas es el adecuado, dudas, te replanteas todo lo que estas haciendo, ¿y si lo que estoy haciendo no es lo mío? ¿de verdad este es el camino que quiero? Son preguntas muy dificiles de responder, pero lo que sí se es que un buen día, te encuentras sonriendo mientras trabajas en ese proyecto que no sabías si te iba a gustar, un buen día abres la puerta de tu despacho con una sonrisa y dispuesto/a a afrontar los retos de ese día desde la ilusión y sin miedo alguno, un buen día encuentras tu vocación, y ya, no hay vuelta atrás.

Como he dicho más arriba, no hay unas instrucciones para encontrar la vocación, puedes ir por el buen camino y legar a dudar de ti mismo y de lo acertado de esa senda, o puede que tengas que frenar y volver atrás para retroceder y cambiar de rumbo, puede que la decisión que crees que es la peor, la que te hace sentir que el mundo se te viene encima, solo necesite tiempo para demostrarte que aquel camino no era el correcto, tal vez necesites unos meses e incluso algunos años, pero puede que eso sea porque necesitabas aprender lo que era la paciencia.

Es en esos momentos cuando tienes algunas cosas que hacer, la primera es atreverte a ser tu mismo, a estas alturas contaras con buenos amigos a tu alrededor, gente que te apoyará y que sabrá aconsejarte en los momentos de dudas y eso es algo que no se puede pagar; pero ten en cuenta y no olvides nunca que esta vida es tuya y la que es la vocación de tu amigo puede no ser la tuya, así que no dejes que decidan por ti, estás encontrando o al menos buscando tu camino, no te dejes influenciar demasiado. Ademas, es necesario escuchar y saber discriminar sobre todos esos consejos que con la mejor intención del mundo nos dan las personas que nos quieren, porque los consejos son una manera de sacar lo que has aprendido de los errores e intentar que tu amigo no cometa los mismos, pero precisamente por eso, porque son los errores de tus amigos, tienes que reflexionar mucho y no tomarte a mal ese consejo, pero tampoco seguirlo al pie de la letra, ese es uno de los grandes aprendizajes, si lo consigues sin acabar más de una vez enfadado o al menos mosqueado con el «consejero/a» avísame, porque es complicado, (ojo, que no es imposible).

Sobre eso de los amigos, hay dos cosas que hay que saber, y es que, cuando te atrevas a ser tu mismo con ellos y con el resto, no todo va a ser sencillo, encontrarás muchos que te querrán decir como hacer las cosas, muchos que te dirán que es lo que tienes que hacer, otros que se alejarán porque no les guste lo que encuentren en ti, y otros, los más especiales, no te dirán nada, o apenas una frase, sabéis de lo que hablo, de esas personas que cuando te preguntan por ellas sin darte cuenta aparecerá en tu cara una sonrisa. Pues a todos ellos hay que darles las gracias, a los que te aconsejan, a los que quieren decirte como hacer las cosas, y a los que te apoyan incondicionalmente y a los que se van, porque todos ellos te están mostrando su verdadero yo, todos ellos te están dando la oportunidad de seguir siendo tu, porque puede que no todos te acepten, pero te estarán mostrando a quien realmente le importas, quien te va a apoyar cuando hasta tu mismo dudes de tus decisiones.

Por eso y para concluir, en resumen, si quieres encontrar tu vocación, no te «comas mucho el coco», disfruta, equivócate, se tu mismo, disfruta de cada segundo del día, no te tomes demasiado en serio ciertos comentarios, todos tenemos un mal día y tenemos derecho a tenerlo, y todos nos merecemos una segunda oportunidad.

No puedo terminar sin pedir por favor a «quienes vosotros sabéis» que sigáis dándome consejos, que sigáis opinando, que sigáis diciéndome lo que haríais vosotros; sabéis que estoy encontrando mi camino profesional y personal, pero aún así, me queda mucho por aprender, y si os parece bien, me gustaría hacerlo con vosotros.